martes, 13 de enero de 2015

El rebeco cantábrico (Rupicapra pyrenaica parva)


Un joven cabritillo se alimenta de la hierba que asoma junto a las rocas. Cuando se abre algún claro entre las nubes y entra algún rayo del sol, la nieve se derrite antes en contacto con la roca.
 Los rigores del invierno en los Picos de Europa no impiden a los rebecos buscar el alimento bajo la dura capa de nieve.
 Una hembra pasta con su cria de cuatro meses en los Picos de Europa.
 Rebeco hembra (Rupicapra pyrenaica parva). Rebeco de la cordillera cantábrica y los Picos de Europa.
 Rebeco macho (Rupicapra pyrenaica parva). Pelaje invernal. Muestra de la curvatura y anillos de los cuernos.
Una cría de cuatro meses rasca con su pata para descubrir los finos brotes de hierba. El invierno es muy duro para todos los animales en la montaña y los rebecos están perfectamente adaptados.
Las hembras que tienen crías del año se alejan un poco en busca de tranquilidad y pequeños brotes de finas hierbas que asoman entre la nieve.

Persecución de un macho lider de un harén de hembras a un rebeco intruso (1).
Persecución de un macho lider de un harén de hembras a un rebeco intruso (2).
El macho dominante a punto de dar alcance a su rival. El desgaste físico de los machos es muy acusado en la época de celo (3).

  Rebeco macho en celo. Este macho dominante de un harén de hembras obtiene información transmitida a través del viento y le mantendrá alerta ante otro macho que pretenda acercarse al grupo para copular con hembras. El lider no se dejará vencer fácilmente y luchará hasta vencer al adversario o ser derrotado por un nuevo lider.
Rebeco macho (Rupicapra pyrenaica parva), subespecie de los Picos de Europa. Foto: "Estampa invernal del rebeco de la cordillera cantábrica con los farallones de roca calcárea de fondo".
Un rebeco macho intruso huye a la carrera ante la presencia de un macho lider de una manada.


 Hembra de rebeco cantábrico con su cria del año. Fotografía realizada en condiciones de escasa luz, fuerte viento e intensa nevada. Picos de Europa.
 Rebeco macho escarba con su pata la nieve dura del suelo para recuperar el pasto que le mantendrá sus reservas durante el invierno.
 Cabritillo de 4 meses de edad. Los cabritillos no se suelen separar muchos metros de sus madres, están en plena época de aprendizaje y vigilados constantemente por sus madres. Basta con una postura de alerta, un balido o un lijero empujón de advertencia, si llega el caso, con una de sus patas o el cuerpo de su madre para enseñar a los pequeños a estar alerta en cada ocasión de peligro.

Macho de rebeco cantábrico (Rupicapra pyrenaica parva) en época de celo.
Rebeco cantábrico macho (Rupicapra pyrenaica parva). Los rebecos soportan bien el duro rigor invernal mientras tengan alimento, pero con grandes nevadas descenderán de las altas montañas para alimentarse de las finas hierbas en los pastizales de las laderas más soleadas.

Rebeco hembra (Rupicapra pyrenaica parva). En la población ibérica existen dos subespecies de rebecos, la pirenaica (Rupicapra pyrenaica pyrenaica) y la cantábrica Rupicapra pyrenaica parva). La cantábrica es de menor tamaño, apenas 75 cm de altura a la cruz y 20 a 25 kg de peso.
Rebeco hembra con su cria de 4 meses.
 Dos rebecos encuentran abrigo y alimento bajo unos cortados rocosos.
Un macho solitario busca un grupo de hembras con las que pueda aparearse pero antes tendrá que enfrentarse a un macho rival y vencerlo para hacerse con el harén de hembras. En la época de celo los machos gastan mucha energía durante las persecuciones entre machos intrusos y dominantes, ademàs de cubrir a las hembras.